En el Barrio del Santuario de Guadalupe una dinastía de mujeres realiza y vende uno de los postres preferidos por los habitantes de Guadalajara, los buñuelos.
Su nombre es Raquel Nilo Sonora, mujer enjundiosa con una sonrisa incesante y que se caracteriza por tener una atención de hogar con los clientes. Ella, al igual que su madre, inició como vendedora ambulante desde niña, pero no de cualquier negocio, sino de uno dedicado a satisfacer el antojo de los tapatíos.
«Yo vendo buñuelos estilo Santuario bañados con miel calientita y le ponemos guayaba, manzana, hoja de higo y tejocotes. También hay atolito de masa, chocolate y champurrado que es el complemento del buñuelo que vendemos».
Raquel nació hace 48 años en la calle de Juan Álvarez, en donde hoy es la Escuela Normal Occidental, en el Barrio de Santuario: -«¡Puro Santuario joven!, ¡soy Guadalupana!», dice con orgullo. El hecho de que ella sea originaria del lugar que da nombre al estilo del aperitivo, aunado a sus 35 años de experiencia en la preparación, se intuye que es dotadora oficial del sazón original de los crujientes buñuelos.
Su madre inició a los trece años y pronto cumplirá 80, los años que corresponden a su abuela los desconoce, pero lo que es seguro es que el negocio ya va para la quinta generación: su abuela, su madre, ella, sus hijas y las hijas de sus hijas, que por lo pronto se van fogueando en la tradición, aunque por ahora sólo se dediquen a jugar en las inmediaciones del puesto.
¿Qué son los bueñuelos y cómo son los de Jalisco?
Los buñuelos son una mezcla de harina, leche, agua y mantequilla que se fríen para crear un tostada crujiente que es bañada en miel de piloncillo, en el occidente del país también se añade manzana a la miel y su forma es cuadrada, circular o con forma de estrella (para ello se utilizan moldes) y en ocasiones espolvoreado con azúcar. En épocas de frío es ideal acompañarlo de champurrado o atole, mismos de los que se pueden prescindir en tiempos de frío.
Los de Doña Raquel son a mano y horneados, se hacen uno por uno; cada pieza forma una torre en una mesa junto al caso con miel son artesanales; para la creación de 60 de ellos es necesario que dos personas destinen de tres a cuatro horas.
El local de buñuelos se encuentra sobre la Calle Pedro Loza casi esquina con Juan Álvarez, después del Oxxo, casi en frente de Tortas Felipe.
«Yo le puse en mi letrero 1940, pero no por mí, pues yo pienso que tiene aún más», comenta mientras sirve un plato de unicel lleno de buñuelos bañados y una vaso con atole de piloncillo a un par de jóvenes que arribaron al sitio.
Imágenes por @ivanBien.
Foto de bueñuelos de subdivx.com