“Conocer está bien, conocerlo todo es mejor”, es la frase que Tom Hanks dice ante un auditorio hambriento de novedades tecnológicas, al puro estilo de Steve Jobs, en la presentación de una cámara portátil, diminuta, que tras ser instalada en cualquier rincón del planeta permite transmitir en tiempo real lo que ahí acontese.
Este momento es parte de El círculo, filme en el que Hanks da vida a Eamon Bailey, el CEO de una compañía tecnológica que se ha popularizado por crear la red social más importante del mundo, llamada The Circle, y que en aras de la interconexión de los seres humanos busca que todos estén conectados en todo momento, con el único propósito del desarrollo de la sociedad. ¿Les suena?
En esta historia, más que compartir con el mundo un check in o una foto etiquetada, todo vale la pena ser monitoreado: cada visita, actividad laboral, recreación, paso, respiración.
El metabolismo de cada individuo es revisado minuto a minuto para prevenir y atender enfermedades, radicar el hambre, tener una sociedad libre de delitos, en fin, “las posibilidades son infinitas cuando no existen secretos que oculten la verdad”, propone esta poderosa empresa.
El costo de vivir permanentemente bajo la mirada de todos es el reto que debe lidiar
Mae Holland, personaje encarnado por Emma Watson, quien protagoniza una serie de situaciones mientras encuentra un sentido de pertenencia y crecimiento en The Circle, empresa para la que comienza a trabajar y a la que entrega lo más valioso que tiene: su privacidad y la de sus seres queridos.
Esta historia de ciencia ficción, dirigida por James Ponsoldt, es la adaptación del libro El círculo que fue publicado en 2013 y escrito por Dave Eggers, que al puro estilo de la serie The Black Mirror muestra las consecuencias de la deshumanización de la sociedad frente al desarrollo de la tecnología.
Sin actuaciones excelsas, ni personajes tan complejos, la trama cumple el cometido de mostrar una realidad que puede ser próxima, gracias al furor que se vive en el mundo por compartir cada momento que se viven en las distintas redes sociales.
Con situaciones predecibles y algunas otras sorprendentes, este filme invita al espectador a repensar sobre los alcances que tienen las publicaciones en redes, qué tanta información se está regalando a la empresas tecnológicas y dónde inicia el sentido ético del respeto a la privacidad.
Aunque, a decir de la experiencia audiovisual de los últimos años, ese mismo mensaje puede obtenerse tras ver algunos episodios de las distintas temporadas de The Black Mirror; quizá ese fue el reto que El círculo no logró superar.
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