Imágenes creadas a partir de caracteres del sistema ASCII (letras, números y símbolos), formas visuales renderizados con texturas diversas y poemas que se crean tras dar clicks a un hipervínculo son algunos ejemplos del arte interactivo —también llamado net art—, un género de creación surgido y realizado desde y para la web.
Son obras con distintos niveles de abstracción, visuales, sonoras o escritas, en las que no hay reglas, aunque lo que las caracteriza es que son nativas de la virtualidad. Podría decirse que son productos experimentales que “no pueden sobrevivir sin internet, ya que éste es el contexto mismo”.
Así lo refiere uno de los expertos en la creación de este tipo de prácticas, Kevin Beovides Casas, curador cubano de arte, estudioso de las humanidades, graduado de Filosofía y de Historia del Arte, quien también ha sido docente en instituciones como la Universidad de La Habana y que actualmente se dedica al desarrollo de software.
Beovides comenzó a ser a representante de estos géneros de creación artística cuando combinó sus dos pasiones: las artes y la web; entonces convirtió su hobby en una profesión.
“Como no sé bailar ni cantar, y quería hacer arte, decidí aprovechar una cosa que me gusta mucho, que es la programación y combinarla con la literatura, las artes visuales y traté de encontrar mi camino en un terreno poco recorrido como la Cuba de inicios de este siglo”.
Subir cosas a internet en Cuba era casi como ser guerrillero, recuerda. Cuando el internet llegó a la isla ya había una comunidad creada, por lo tanto los interesados en esta herramienta comenzaron a conformarse en comunidades offline que discutían sobre los asuntos online, frente al restringido acceso a la red de redes.
Junto con varios amigos, Beovides creó el sitio web http://eldiletantedigital.com donde se alojaron estas obras mixtas. Poco a poco Beovides conoció el nombre de aquello que realizaba: “arte de internet”. No eran obras que yacían en internet como un poema, video o fotografía, sino algo cuya existencia dependía de códigos, pero que generaban una experiencia artística.
“El net art establece la web como una frontera imprecisa. El arte de internet no tiene sentido fuera de éste; no puedes sacarlas y ponerlas en una galería”.
La poesía electrónica consiste en la creación de textos a partir de un software, por medio de frases con sentido de manera aleatoria.
En net art es ya una realidad que se consume principalemnte entre los jóvenes. Ireri Marúm, una diseñadora que gusta de ver contenidos de arte por internet, asegura que existe una infinidad de estos discursos gracias a que cualquiera puede hacer uso de las herramientas de creación de gráficos, videos y algoritmos.
“Muchas de estas obras nacen de errores a los que nos acostumbramos visualmente y luego se replican estéticamente (pantallazos azules, interferencias, pixelización que remiten a la baja resolución)”, explica la joven.
Dice que estos escaparates creativos, por absurdos o raros que parezcan, permiten ayudar a la inspiración de quienes trabajan en industrias creativas, como videoastas, animadores, literatos, diseñadores gráficos, modistas, etcétera.
El resultado de la cultura digital de internet converge y genera creaciones que se manifiestan como sonidos, videos, animaciones, iteraciones de códigos informáticos y demás productos que sólo se disfrutar por medio de una pantalla.
“La obra como tal es un texto que no es estable, pues permuta a partir de la interpretación; cada vez que interpretas algo, lo estás haciendo inestable, estás reconstruyendo en tu cabeza lo que el texto mismo dice”, destaca Kevin Beovides.
Durante su visita a Guadalajara, el académico impartió la conferencia “Prácticas artísticas en internet” el pasado viernes, como parte de las actividades de la Red de Investigación sobre Arte Digital, realizado por la coordinación del doctorado en Sistemas y Ambientes Educativos, impartido en UDGVirtual. Su intención fue que más profesionales conozcan las posibilidades creativas.
Fotografía: Abraham Aréchiga