Mucho antes de que los mariachis rascaran las cuerdas de la guitarra, en la Europa de la Edad Moderna dos instrumentos de cuerdas se disputaban la popularidad entre los músicos de la época. Por un lado estaba el laúd, que había sido introducido por los árabes durante su intervención en la Península Ibérica y, por el otro, la vihuela, que fungió como la respuesta española contra la cultura de los moros.
Todo esto lo explica el músico e investigador Wladimir Carrasco Moscoso, quien es docente en el Conversatorio de Música de la Universidad Austral de Chile (en la ciudad de Valdivia, al sur de ese país), y que la semana pasada participó en el Festival Internacional de Guitarra (FIG) “Universidad de Guadalajara”.
En el siglo XIX, cuando la música se comienza a pensar para interpretarla en grandes foros y salas de conciertos, el laúd y la vihuela, que habían sido rivales, dejaron de tener adeptos.
“Estos instrumentos pertenecen a una época en la que la música se hacía en espacios pequeños, salones de casas y cortes con acústica ‘pequeña’; no suenan tan fuerte. No gritaban: hablaban. El gusto musical era por la sutileza de hablar”, comenta Carrasco Moscoso.
Ante la poca popularidad de estos instrumentos —que inició entonces y permanece en nuestros días— el investigador aboga por la importancia de recuperar su práctica y difundir el conocimiento musical del laúd; por tal motivo, durante el FIG brindó una conferencia a profesionales de la guitarra sobre la práctica de este pariente lejano, que dota de bondades a quien lo ejecuta.
“Es necesario saber cómo funcionaba en estos instrumentos la mecánica de la música que actualmente tocamos en guitarra. Estos instrumentos tienen menos tensión en las cuerdas, entonces toda la articulación y emisión del sonido permiten descubrir detalles que a la hora de tocar no suelen captarse en un instrumento de mayor tensión. Es un sonido mucho más íntimo con una capacidad expresiva completamente distinta”.
Refirió que el laúd barroco, por ejemplo, tiene registros mayores a la guitarra, por lo que hay que reducir y sacar notas que no se suelen tener. “Estos instrumentos te permiten vivenciar la sonoridad real. Naturalmente para un guitarrista es fundamental conocerlo porque le abre el espectro de posibilidades de producción, de oportunidades laborales. Hay que tener creatividad e imaginación para crear proyectos”.
Wladimir Carrasco refiere que el estudio del laúd se da frecuentemente en Europa, sin embargo, dice, en Latinoamérica debe existir un compromiso por investigar la música antigua, pues estos instrumentos dieron pie al desarrollo cultural de los países de herencia hispánica. Aún queda mucha historia musical por descubrir, afirma.
Un festival de interpretaciones
La importancia del desarrollo de la técnica y la investigación musical fue el eje de la tercera edición del Festival Internacional de Guitarra (FIG), que organizó el Departamento de Música del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), para que los estudiantes y profesionales de este instrumento pudieran acercarse a exponentes destacados de otros países.
Wladimir Carrasco fue uno de los representantes que brindó un taller al interior del CUAAD sede Música, y además fue el encargado de hacer un cierre magistral el pasado viernes, en el Paraninfo Enrique Díaz de León.
Esa noche, el docente chileno llevó a escena un repertorio de laúd barroco, que incluye una sonata compuesta por el músico Silvius Leopold Weiss —virtuoso ejecutante del laúd en el siglo XVIII—, así como piezas de Johann Sebastian Bach y otros compositores, que fueron transcritas por Carrasco como parte de las investigaciones que ha realizado.