Las implacables luchas que a diario viven la comunidad indígena de Mezcala (en la ribera norte de Chapala), el Comité Salavabosque del Nixticuil (en Zapopan) y el colectivo de Mujeres Papatistas (en Guadalajara) son retratadas en el largometraje documental Semillas contra el despojo, un filme creado por un equipo de mujeres egresadas de la licenciatura en Antropología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Fueron cerca de cuatro años lo que le llevó consolidar esta obra audiovisual a su directora, María Antonieta de la Puente Díaz, quien también fungió como guionista y coproductora junto con Mónica Gallegos.
“Las historias abordan la lucha contra el despojo, la defensa del territorio y la creación de un mundo posible. Las tres son una lucha social contra el sistema, aunque cada colectivo lo vive de forma muy distinta. En Mezcala es la defensa del territorio ancestral, en el Nixticuil la del bosque ubicado al norte de Zapopan y el de las Papatistas una lucha contra la explotación de su cuerpo”, detalla De la Puente Díaz.
Este filme, que fue gestionado y creado de forma autónoma, es uno de los seis que formarán parte de la selección de documentales Hecho en Jalisco, contienda que organiza el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) en su edición 34, que se realizará del 8 al 15 de marzo.
“Fue una gran sorpresa. No estudiamos cine, pero esto fue como estudiar una segunda licenciatura, hicimos cine de forma autodidacta. Está chido que el FICG considere proyectos que se hacen de forma autogestionada”, comparte la encargada de edición de la película, Diana de la Mora Márquez.
“Es un trabajo hecho con mucho esfuerzo, amistad y compromiso ético y político con cada una de las historias. No es un trabajo independiente, sino autónomo. Yo pensaba que el festival sólo admitían trabajos de personas con trayectoria; nos da gusto que haya apertura a este tipo de proyectos. Fue maravilloso cómo nació esto, fue un trabajo que nos requirió mucho esfuerzo, tuvimos que aprender de los quehaceres propios del cine, como fotografiar, usar equipo de sonido, de cámaras, hacer un guion, componer”, indica De la Puente Díaz.
Menciona que cada lucha plasmada en el documental es una muestra de resistencia contra el sistema que busca despojar, motivo por el cual buscaron que el producto final fuera digno y estuviera a la altura.
Entre las colaboradoras del filme están Katia Padilla, jaranera que hizo la música original; Alma Soto Anaya, sonidista; Mónica Gallegos, coproductora, y Bárbara Chavelas, postproductora.
Los días que se proyectará Semillas contra el despojo, serán dados a conocer en https://www.ficg.mx/
Muestran las luchas desde su interior
La cotidianidad en la vida de los integrantes de los distintos colectivos es el hilo conductor del documental, señala De la Mora Márquez, quien asegura que las imágenes son cautivadoras, pues fueron capturadas con especial cuidado.
“En Mezcala se retrata la comunidad entera, se hace una fotografía general en labores como la pesca, la siembra de chayote, las danzas. A través de la cotidianidad se construye la historia, hay escenas muy contemplativas que hacen inmersión a la historia. En el caso del Nixticuil se ve cómo hacen labores de reforestación o cuando cuidan de que no hayan incendios, así como su vida íntima con las familias”, expresa.
Ambas realizadoras aseguran que la historia está contada desde la esperanza y cómo todas estas personas buscan la consolidación de un mejor futuro. “Estas tres historias, la forma en que las narramos, dan a entender que es la misma lucha”, recalca De la Puente Díaz.
Las historias mostradas en la película, incluso, son contadas por mujeres. En la comunidad de Mezcala está la voz de la comunera Rocío Moreno; en el caso del Comité Salvabosque son dos mujeres: Adriana H. Claro y Sofía Herrera Rivera, quienes cuentan la historia del grupo y las acciones que emprenden contra el deterioro del ecosistema por parte de inmobiliarias que pretenden urbanizar en la zona.
Por parte de las Papatistas, éstas son una cooperativa de una familia de mujeres que vienen de una historia de despojo en el norte de Jalisco, pues hace 50 años su abuela se vio forzada a vivir en Guadalajara y optar por vender papas doradas para salir adelante.
“Ahora su hija y nieta decidieron formar la cooperativa para no depender de una empresa, patrón o del Estado, entonces trabajan en sus tiempos, ritmos y formas. Juntas han aprendida a sanar heridas familiares y así reivindicar la historia de su abuela y hacer más vivible su estancia en la ciudad”, detalla la directora del largometraje.
Para conocer más sobre la realización de esta película se puede seguir su página de Facebook: Documental Semillas contra el despojo.