A la mitad de la plaza central de la cabecera municipal de Jamay, Jalisco, se encuentra un inerte habitante, es el más viejo de todos porque data de 1879 y todos en el pueblo –y en la Región Ciénega– lo conocen.
Se trata del Pío Nono, una peculiar estructura blanca con decorados azules que destaca en el panorama urbano de esta localidad. Este monumento es testigo de las charlas de los adultos mayores que se sientan a su alrededor cada tarde, de los niños que corren a su alrededor y de la panorámica vista hacia el Lago de Chapala.
El viajero lo puede conocer aunque no llegue al Centro de Jamay, ya que desde la carretera que conecta a Guadalajara con La Barca éste destaca gracias a sus 26 metros de altura.
Esta joya arquitectónica está conformada por motivos escultóricos como querubines, columnas, grecas y detalles barrocos. Además posee letreros esculpidos a sobre relieve que narran la vida y obra del personaje al que le rinde homenaje, el Papa Pío IX, quien fue el líder número 255 de la Iglesia Católica y que gobernó en la Ciudad del Vaticano entre 1846 y 1878.
Su base es octagonal y existen diversas historias sobre los materiales que fue construido, entre estos: arena del Lago de Chapala, baba de nopal, piedra del cerro de Jamay y barro cocido.
Quienes patrocinaron la construcción del obelisco fueron los propios pobladores de Jamay y ésta fue encabezada por el párroco José María Zárate.
Existe la leyenda de que lo que mantiene en pie al Pío Nono es el tronco de un gran árbol que posee en su interior
Papa Pío IX lo desconoció
Pese a que este monumento estuvo dedicado al máximo jerarca del Catolicismo de la década de 1870, a los oídos del Papa Pío IX nunca llegó la noticia de que en una localidad de México se había construido un monumento en su honor; esto lo afirma el historiador jamaiteco José Luis Ortega.
Escucha el audio y conoce qué fue lo que ocurrió:
Producción: Iván Serrano Jauregui
Planean remodelación
Para regresar el esplendor al Pío Nono, el gobierno municipal se encuentra en gestiones para restaurarlo; así lo informó el jefe de Proyectos de Obras Públicas en Jamay, arquitecto Pedro Rivera López, quien informó que se está a la espera de la aprobación de cerca de 2 millones de pesos por parte de la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública (SIOP) para dichas obras.
«Estamos afinando con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) la cantidad de daños que tiene el monumento, así como los permisos. La SIOP espera la documentación de lo que representa la intervención. Esta restauración implicará la atención de partes dañadas como desprendimientos de piezas por efecto del tiempo, la intemperie y el excremento de las palomas que van carcomiendo el acabado hecho de estuco, que es un acabado como enjarre que lleva compuestos como baba de nopal».
Dijo que el Pío Nono ha soportado diversos sismos intensos y que por eso se rellenarán grietas identificadas.
«La parte de la base es la que se va a reponer, pues hace tiempo se recompuso el nivel original de la plaza y apareció una especie de cenefa, que es un corte faltante de 10 centímetros que vamos a reponer para evitar que habiten ratas u otros animales».
El INAH será el encargado de designar al personal calificado para restaurar este monumento del siglo XIX, pues es la instancia que sigue el protocolo para la atención de monumentos patrimoniales. Rivera López expresó que la última restauración hecha al monumentos fue entre los años 2000 y 2001, y que desde entonces sólo ha recibido limpieza, pues no se le interviene sin autorización del INAH.
Descartó que el Pío Nono haya presentado algún tipo de acto vandálico, ya que aseguró que al ser un elemento identitario para los jamaitecos, éste tiene una vigilancia permanente por parte de la ciudadanía.
«La gente lo quiere mucho y tenemos a unos supervisores muy buenos en la plaza, que son la propia gente mayor que disfruta reunirse alrededor de éste. Le tienen bastante cariño y respeto al monumentos, ellos informan a la Policía sobre cualquier eventualidad».
El arquitecto espera que los trabajos de restauración comiencen antes de que inicie la temporada de lluvias, para que no se vean truncados las obras del INAH.
Fotografías: Iván Serrano Jauregui