Más terrorífico que un monstruo que asuste es uno que dé placer. Alejandra, una joven ama de casa que vive con sus hijos pequeños y marido infiel en una localidad de Guanajuato, se vuelve la víctima de una bestia que representa lo más primitivo de todos los seres humanos: el sexo y el placer.
Quien da vida a este papel protagónico en la película La región salvaje, del director Amat Escalante, es Ruth Ramos, quien es estudiante de cuarto semestre de la licenciatura en Artes Escénicas para la Expresión Teatral, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
Ella contó la experiencia de su participación en este filme que obtuvo el León de Plata a Mejor Director en el Festival de Venecia, y que se caracteriza por representar una realidad cruda, sombría, real y con tintes de ciencia ficción.
“Dos amigas me mandaron la convocatoria del casting, a la primera no le hice caso, fue en la segunda a la que atendí el llamado. Después de enviar las fotografías y el currículum, el proceso fue normal, como cualquier otro. Lo siguiente fue hacer algunas escenas con Amat Escalante y con Bernado Velasco, quien fue el coach actoral en todo el proceso de la película. Después participamos en un laboratorio en la Ciudad de México donde trabajamos cuestiones físicas, junto a la otra actriz del filme, Simone Bucio”, dio a conocer.
Esta cinta –que actualmente es exhibida en distintas salas de cine del país– muestra los comportamientos sexuales y de doble moral que imperan en sociedades conservadoras del Bajío mexicano. Lo explícito de las escenas y la crudeza de la trama han levantado opiniones despectivas contra el filme.
“Pasa algo muy curioso, pienso que el sexo lo consumimos en todos lados, ya sea en un comercial. Estamos repletos de este tema. La diferencia es la manera en que lo representas y cómo lo comunicas. Como esta película es bastante directa sobre todo aquello que nos molesta o hace ruido, quizá por eso haya sido lo difícil (ante cierto tipo de público). También tiene que ver con el prejuicio que uno tiene sobre los géneros cinematográficos. Este filme tiene tintes de ciencia ficción, pero también es una mezcla de realismo, suspenso y terror”, destacó Ramos.
Esta producción de Escalante ha sido elogiada por la crítica por sus efectos especiales y la manera en que se aborda la ciencia ficción en un contexto social real. A esto se suman las actuaciones que guardan la naturalidad de un habitante común del Bajío.
“Los personajes de Amat suelen ser bastantes contenidos, que van desde cuestiones físicas hasta volverlo algo muy interno. A veces un actor quiere explotar frente a la cámara y quiere hacer muchas cosas que no siempre son tan necesarias. Estamos acostumbrados, por la televisión, a que todo sea intenso o que las actuaciones sean más dramáticas. Pero si lo observas, la gente común no siempre dice lo que siente, la mayoría vive como estos personajes del filme: en una cotidianidad, una rutina. No fue tan complicado lograr esto, ya que desde el principio supe que Amat tiene cierto tono actoral”, expresó la joven.
Dijo que cuando participó en el rodaje de la cinta no tenía la experiencia de participar en un proyecto tan grande como ése, y que fue enriquecedor aprender sobre el cine de ciencia ficción y la industria mexicana.
Exhortó al público y a los nuevos cineastas a apostar por nuevas narrativas e historias que conmocionen a la sociedad.
“Que se arriesguen, así como Amat lo hace, que hagan un trabajo distinto, y lo mismo le digo a la gente, que se arriesgue. Es bueno conocer del cine, ya que es un proceso muy largo para proyectar una obra en pantalla. Esto también es un trabajo del público. Ojalá vayan a ver La región salvaje y que lo hagan con la mente abierta y libre de prejuicios”, invitó.
Actualmente, la estudiante del CUAAD –sede Artes Plásticas– se involucra en nuevos proyectos de cine en Guadalajara y la Ciudad de México, a la par de colaborar con el colectivo Arrogante Albino, con el que realiza performance y arte escénico.
A T E N T A M E N T E
«Piensa y Trabaja»
Guadalajara, Jal., 14 de febrero de 2018
Texto: Iván Serrano Jauregui
Fotografía: David Valdovinos